30 octubre 2006

Alfileres

¡Que desagradecido eres!, que poco aprecias ya lo que hice por ti durante tanto y tanto tiempo. Tan sólo por unos cuantos meses de abandono, ¿ahora te crees con todo el derecho a tratarme así?. ¡Desagradecido!, por culpa de tu falta de memoria, ¿ahora me pagas con tu olvido?. A pesar de todo, a pesar de ti… ¡pienso seguir siempre en mis trece!... Ya basta de clavarme esos pequeños alfileres punzantes para tratar de hacerme abandonar mi idea poniendo trabas a mi cambio de actitud… ¡Desagradecido!, comienza por tener un poco más de calma, si quieres que no pierda las ganas de continuar, tendrás que darme un respiro. A fin de cuentas, volver a empezar siempre es duro, pero recuperar el control total de mi cuerpo es sólo cuestión de un poco más de tiempo. De un poco más de tiempo, y de seguir dale que dale, dale que dale con los pedales.

Nunca lo he entendido, da igual el deporte que uno haya podido hacer a lo largo de su vida; en cuanto unos pocos meses de inactividad se cuelan en tu rutina diaria, ya nada vuelve a ser lo que era. Tu cuerpo no tiene memoria, ¡es un desagradecido!, te pasa factura haciéndote sufrir agujetas hasta incluso detrás de las orejas. Él siempre toma sus represalias sin darte treguas… ¿Qué tal vuestro fin de semana?, el mío ha sido bastante completito: caminata por la montaña el sábado y sesión de bicicleta por la playa el domingo, ¡ya ni me acordaba de lo mucho que cuesta subir las cuestas!; pero, con agujetas o sin ellas, ¡vale la pena!. Curiosamente, aunque no lo pueda parecer, las agujetas también te hacen sentir mejor contigo misma; así que, repetiré, ¡todo es cuestión de ponerse!.

27 octubre 2006

Si Leonardo levantara la cabeza...

El tiempo pasa; y con él, todo a nuestro alrededor: Cambia lo más trascendente y lo más trivial, lo tangible y lo imperceptible. Cambian todos aquellos a quienes, más o menos bien, conozco y cambio yo. Algunos cambios nos gustan, otros no tanto, pero a todos ellos irremediablemente debemos acabar adaptándonos; y, adaptarse a ellos, exige y trae consigo inevitablemente un nuevo cambio añadido: un cambio de actitud.

Una de las muchas preguntas sin respuesta que se me suelen pasear por la cabeza cuando viene al caso es: ¿qué es lo que puede haber llegado a provocar el mayor cambio en nuestra historia?... Aunque, pronto corrijo el desliz y tiendo a sustituir el “qué” por un más apropiado “quién”; porque, a fin de cuentas, nada surge como quien dice de la nada, siempre existe un responsable escondido detrás de cada hecho.

Pensando, pensando… la única conclusión a la que llego es que el mejor de los inventos siempre es aquel que soluciona nuestras necesidades más puntuales; dependiendo, como es lógico, del momento en el que nos encontremos. Por decirlo de otra manera: en ocasiones la radio, en ocasiones un tren, en ocasiones la lavadora, en ocasiones un medicamento milagroso, en ocasiones el GPS, en ocasiones… ¡En ocasiones, podría llegar uno incluso a perderse entre tantas evidencias o pruebas de ingenio!... Aunque, para muestra de ingenio: el de Leonardo: fue a la vez, pintor, escultor, ingeniero, arquitecto, físico, biólogo, filósofo, botánico, inventor de utensilios de cocina, geómetra, diseñador de interiores, urbanista, cartógrafo… ¿Alguien da más?, ¡todo un personaje con un historial bien completito!.

Si Leonardo levantara la cabeza… ¿qué pensaría al ver materializada su idea de submarino, compás, paracaídas, tornillo sin fin, cadena de eslabones, tanque blindado, rallador de pan…?. ¿Asimilaría él tanto cambio y seguiría revolucionando el futuro con su capacidad de adelantarse al mismo?... No tengo la más mínima idea; aunque, probablemente yo le preguntaría: ¿qué chiste fue el que le contaron a la Mona Lisa para que sonriera de esa manera?, quizás así se descifrara de una vez por todas la incógnita... Yo sólo sé que si desde hace quince años para acá las cosas han cambiado taaaaantoooo, cuando pasen cincuenta años más… ¿de qué me sorprenderé yo?... ¡Miedo me da averiguarlo!.


Para los que piensen que el tema acababa aquí, se equivocan, voy a hablar de otro gran invento. En ocasiones... !el esperado y fantástico “fin de semana”!... Mil gracias al personaje que lo inventó… ¡Eso sí, podía haberlo hecho durar dos días más y todos tan contentos!... ¡Hasta el lunes!, ¡a pasarlo bien!.

25 octubre 2006

Bocaditos

Cuentan que todo empezó un buen día con nuestros lejanos tatara…tatara… tatarabuelos sin ombligo. Ambos habitaban en un paradisíaco lugar, completamente libres de hipotecas, pegados el uno al otro todo el día y sin pegarse, ni tirarse los trastos a la cabeza, hasta que la tatara…tatara…tatarabuela Eva tuvo la “genial” idea de tentar a Adán, su por entonces pareja de hecho, con una manzana. Él, guiado sólo por sus criterios estomacales y ávido de experimentar sabores nuevos, hincó el diente a la deliciosa fruta; y a partir de ahí, ya no hubo vuelta atrás, inevitablemente el planeta comenzó a convertirse en un lugar menos habitable para todos porque, básicamente, todos dejaron de querer comer fruta para comenzar a tratar de querer repartirse el pastel.

Quién pudiera tener delante ahora mismo al ingenuo del tatara… tatara… tatarabuelo Adán para decirle alto y claro: ¡Pero que tonto fuiste!... Aunque claro, quién esté libre de sus pecados de juventud que tire la primera piedra; a fin de cuentas, ser joven es algo que sólo se cura con el paso del tiempo, y… ¡se supone que él también lo fue!. En el fondo, ni aún queriendo, puedo culparlo. A esas edades, se tienen tantas aspiraciones, tantas ansias, se persiguen tantas quimeras, que uno siempre tiende a querer comerse la vida a bocados y sin pensarlo demasiado; pero la sorpresa viene después, cuando te das cuenta de que es la vida la que te va comiendo a ti, bocadito a bocadito, te va minando hasta hacerte desaparecer sin que apenas te de tiempo a percibirlo. Poco a poco, te vuelve consciente de que muchos de tus anhelos no son más que pequeños castillos de arena que se desmoronan cada vez que sube inevitablemente la marea, algunas de tus pasiones se esfuman como el sol conforme va atardeciendo, tus esperanzas se convierten tan sólo en un susurro que viene y va como las olas del mar… Es raro, según nos cuentan, todo empezó con una manzana; y sin embargo, hoy día todo ha degenerado tanto que más bien parece que a nadie le amarga un dulce, aunque tal dulce no le pertenezca.

En todo caso, demasiada azúcar no es buena… Más nos valdría volver a pensar que la vida es como una manzana, sana y crujientita; así, ya no cabrían excusas para no tratar de volver a morderla con ganas. Después de todo, ni engorda, ni sube el nivel de azúcar en sangre, ni produce caries, ni mucho menos induce a pecar de gula; además, ¿por qué no hacerlo?, a fin de cuentas, ¡ya nadie podría echarnos de un paraíso inexistente!.


Ya fuera del tema, como siempre la cruda realidad, una muestra más del paraíso inexistente en el que vivimos por falta de otro mejor al que poder emigrar. Puede que no sirva de nada; pero, por si acaso, para todo aquel que quiera hacer el intento de darle un buen bocadito a la injusticia a ver si así consigue hacerla desaparecer, aquí dejo una MANZANA a la que poder hincar el diente con ganas. Bocadito a bocadito, ¡nunca se sabe!

23 octubre 2006

Alas de mariposa

La felicidad es como una mariposa. Cuanto más la persigues, más huye. Pero si vuelves la atención hacia otras cosas, ella viene y suavemente se posa en tu hombro”. Viktor Frankl

¿Causalidad o casualidad?... Siempre he formado parte del inmenso grupo de personas que se empeñan en creer que casi todo en la vida es resultado de un bonito binomio causa-efecto; pero, por más que nos queramos empeñar, nada en la vida es exactamente matemático. Es cierto que los cambios, ya sean grandes o pequeños, siempre vienen precedidos de una buena actitud que los propicie; pero, no todo es fruto del esfuerzo o de la buena conducta, la casualidad siempre está ahí presente para complicar nuestro binomio introduciendo nuevas variables.

Paradojas de la vida… Cuántas veces hemos puesto todo nuestro empeño en tratar de alcanzar algo y después hemos caido en la impotencia de observar como ni siquiera se ha posado en nuestras manos; y cuántas veces, cuando la desesperación nos hace desistir ya del empeño, sin ni siquiera esperarlo, nuestros propósitos y aspiraciones se hacen realidad ante nuestros ojos de forma totalmente casual... ¿Acaso son esos pequeños contrasentidos los que hacen que la vida sea menos fácil pero mucho más interesante?.

Lo que no se puede negar es que la felicidad, como las mariposas, tiene un espíritu caprichoso y esquivo: un día aparece de repente revoloteando ante nuestros ojos para mostrarnos alegremente todo su colorido; y, al tiempo, desaparece mimetizándose entre nuestro paisaje más cercano de forma que no podamos ya ni siquiera reconocerla. Tal vez, oculto en el comportamiento de las mariposas, es donde se esconde precisamente el secreto de vivir: Después de nuestra particular metamorfosis, sólo nos queda la opción de abrir las alas y volar en los momentos más propicios, tratando de pasar desapercibidos en los menos favorables. Sólo debemos aprender a volar, encontrar las fuerzas para desplegar las alas y dejarse arrastrar por la fuerza del viento o la suavidad de la brisa, sin miedos ni dudas, frente a un paisaje conocido o desconocido, abrir las alas y volar…

20 octubre 2006

Bienvenido a mi espacio

En general, las personas marcamos inconscientemente una especie de barrera de protección entre nosotros y el mundo, un espacio vital infranqueable para todo aquel que queremos mantener ajeno a nuestro entorno más cercano. Ese círculo de seguridad, estrecha o amplia su diámetro según del grado de confianza que nos inspiren los demás. No deja de tener cierta gracia saberse a la vez en observador y participe de un mismo pasatiempo, ¿jugamos a esquivarnos todos?, a ver quién es el valiente que no se siente retratado en las siguientes líneas…

Es curioso, aunque la parada del autobús esté a rebosar de gente, los primeros en subir siempre se sentarán solos, si está en su mano poder hacerlo, a pesar de que sean conscientes de que en cuestión de minutos alguien inevitablemente ocupará su asiento de al lado. En el metro, más de lo mismo; de forma casi instintiva, tendemos a sentarnos lo más cerca posible de las ventanillas, parece que así nos aseguramos un espacio “neutral” por donde poder perder la mirada fingiendo que nos gusta el paisaje, cualquier cosa vale con tal de controlar la situación y tratar de evitar las miradas de los desconocidos que se sientan alrededor. Aunque, hablando de situaciones incómodas, !donde esté un buen ascensor, que se quite lo demás!; en ellos, el espacio se reduce a la mínima expresión y la situación se pone aún más en evidencia. ¿Quién no se ha enfrentado alguna vez a un dialogo de besugos propio de un pequeño trayecto en ascensor?: “¡Que calor hace hoy!, ¿eh?”… Mientras tanto, tú piensas: “¿Cómo no va a hacer calor si estamos en pleno Agosto?,!lo raro sería que hiciera frío!”, pero te limitas a contestar: “!Pues sí y mañana se espera que sigan subiendo las temperaturas!... A una conversación así es imposible echarle el freno; menos mal, en cuestión de poco tiempo, llega uno a su piso y sale del ascensor dando palmas de contento porque no se ha ido la luz en un momento tan inoportuno. ¡Gracias, gracias, graaaaaaaacias…!.

Por algún extraño motivo, parece ser que el ser humano se siente forzado a romper el silencio: unos abren la boca sin pensar en la cantidad de tonterías que podrán llegar a decir al no tener realmente nada que contar; y otros, la cerrarán aunque ese silencio prolongado también les incomode y les haga sonrojar... Según del color que pinte el día, yo me convierto en besugo o salmonete, todo depende de si mi estado de ánimo sube al séptimo cielo o baja directo al segundo sótano.


!Que se note que llega el fin de semana!. !Sonrisa de foto y a aprovecharlo al máximo!. !No se admiten excusas para no hacerlo!

19 octubre 2006

Cuestión de cinco minutos

Puede que me equivoque, con el tiempo nunca se sabe, pero parece ser que por fin llegó la esperada lluvia y con ella el fresquito anunciando la llegada “real” del otoño... No sé vosotros, pero yo siento que cada estación tiene su embrujo particular, su propio atractivo, y el otoño no tenía por qué ser menos. Lo reconozco, soy una friolera incorregible; pero, al contrario de lo que ésto pueda dar que pensar, en mi opinión, el otoño y el invierno son mucho más “calentitos” que el verano; mirándolo desde mi punto de vista: ¿a quién no le gusta acurrucarse debajo de una manta en el sillón, tomarse un chocolate recién hecho por la tarde, o sentir como se despierta la mente por las mañanas después de que el calor la haya tenido aletargada durante meses?. Aunque, hablando de las mañanas, ahora que me doy cuenta, no todo podía ser tan bonito como lo estaba pintando, ¡mi único problema son precisamente las mañanas!.

Haciendo alusión a la primavera... Mentiría si no reconociera que es en otoño cuando realmente empieza a "germinar" mi dificultad para madrugar, cuando comienzan a "florecer" mis limitaciones a la hora de tener que salir disparada de la cama. En esos momentos tan críticos, daría cualquier cosa por quedarme atrapada de verdad entre las sábanas, no existe sonido más hipnotizador que el del viento soplando y la lluvia repicando en mi ventana diciéndome quédate, quédaaaaaaate… Son precisamente esos escasos cinco minutos de más que tardamos en reaccionar, los que siempre hacen que después acabemos llegando siempre sesenta minutos más tarde a cualquier sitio... Segunda confesión de la noche: Si ya de por sí me son imprescindibles mil despertadores para hacerme abrir los ojos, de estas fechas en adelante, el placer de estar remoloneando en la camita se convierte para mí en algo impagable… Menos mal que al menos me queda el consuelo de los fines de semana, en los que mi sed de venganza me hace castigar duramente a mi despertador prohibiéndole montar alboroto, disfruto al ponerme delante suyo para decirle en tono burlesco con una media sonrisa pintada en la cara: ¡mañana sólo mando yo!.

¿Cómo hacer para levantarse en invierno?, he ahí la cuestión... De momento, mientras lo pienso, iré sacando toda la infraestructura en jerséis de lana, guantes y bufandas, no vaya a ser que el frío que aún está por venir me pille desprevenida. Hacerme caso, sacar provecho de la magia del otoño, aún cuando veáis que las hojas se suicidan y el sol coge la baja en cuanto puede... Vendrán tiempos más fríos, sólo hay que proponérselo, dejaros hechizar por él, !también tiene su encanto!.

18 octubre 2006

Comunicando

No hay nada tan sencillo como “escuchar”, al fin y al cabo, no deja de ser una “habilidad” que nos ha sido otorgada de forma natural. Sin embargo, hoy día pocos hacen uso de ella, ¿por qué si no una de las quejas más comunes entre las relaciones interpersonales es el típico: “!no me estás escuchando!”?... Unos tienden a echarle la culpa al ritmo frenético en el que nos vemos obligados a desenvolvernos, otros a las múltiples obligaciones que nos fuerzan a reducir la atención que nos dedicamos mutuamente; el caso es, que siempre tendemos a buscar excusas para alejar la culpabilidad de nuestras espaldas, escurrimos el bulto lo mejor que podemos y sabemos, sin pensar que nada ganamos con ello.

Alguien dijo una vez que tenemos dos oídos y una sola boca para que así podamos escuchar más y hablar un poco menos, parece ser que la naturaleza fue un poco caprichosa al dejar en desventaja numérica a nuestra boca, aunque... ¡sus motivos tendría, por algo se empeñan en decir que es “sabia”!. Seguramente debió curarse en salud al darse tal capricho, probablemente ya era conocedora de nuestro principal defecto: ser rápidos en palabras pero incompetentes a la hora de escuchar lo que no nos interesa o las verdades que nos incomodan. Por lo visto, nos gusta utilizar las orejas para para tirarnos de ellas por los cumpleaños o para aguantarnos las gafas; en definitiva, para cualquier cosa que implique un menosprecio de su utilidad natural. De seguir así, no andará desencaminado quien piense que el saber escuchar se está convirtiendo en una habilidad en peligro de extinción.

Hoy día , la incomprendida “escucha” ha sido arrinconada a un papel secundario por su eterna compañera: la admirada y codiciada “labia”… Ya va siendo hora de que empiecen a actuar juntas a la par, valiéndose del compañerismo, ¿acaso no se reduce a eso la comunicación?... Si no escuchamos, la calidad de nuestras relaciones se debilita, lastimando con ello el éxito de toda relación afectiva. Una de las cosas más agradables que puedan existir es sentir que te prestan atención; así que, un buen tirón de orejas a todo aquel que no se moleste en querer escuchar, igual así se acuerda de que tiene orejas para algo más que para ponerse pendientes... Comunicación es escuchar todo lo que nos dicen, no solamente lo que queremos escuchar, seguro que desarrollar esa habilidad nos hace a todos más humanos… ¿a qué estamos esperando?.

16 octubre 2006

¿Ligera de equipaje?

Dicen que una imagen vale más que mil palabras y yo no voy a ser quien se atreva a contradecir el dicho; más aún, cuando podría decirse que disfruto adornando lo que escribo con pequeños dibujos que me ayuden a trasmitir lo que pienso. En concreto, lo mío con esta imagen ha sido una especie de amor a primera vista, la encontré por casualidad y me cautivó nada más verla, no es que sea especialmente llamativa o graciosa; pero, en cierta forma, hace que me sienta identificada con la silueta de esa chica y eso me lleva a buscar el motivo y a descubriros el porqué.

Desde hace cuatro años, mi vida está marcada por un constante hacer y deshacer maletas, por continuas idas y venidas en tren; a veces, creo hasta tener ya el alma un poco mareada. Es curioso, en Valencia todos me dicen ya que soy catalana, sin embargo en Barcelona soy más valenciana que nadie; en realidad, ambas partes se equivocan, me considero barcenciana, porque aunque poca gente aparte de mi entorno más cercano la conozca, ¡Barcencia también existe, fue por algo que la inventé!... Cada vez con más frecuencia, la gente también tiene tendencia a preguntar: ¿cuándo te vas a vivir a Barcelona ya definitivamente?, una pregunta aparentemente sencilla pero siempre huérfana de respuesta, y no porque mi mudanza no haya empezado a dar ya sus primeros pasitos, sino porque para mí nunca podrá tener una respuesta real. Desde mi punto de vista, cuando me voy una parte de mí siempre se queda aquí, cuando vuelvo algo se queda allí esperándome. Quizás por eso me siento un poco como la silueta de este dibujo, como una imagen que siempre permanece ahí aunque sólo sea visible a los ojos de forma intermitente en el tiempo.

Siempre aparece una tristeza pasajera cuando uno se dirige repleto de maletas camino a la estación, dicho sentimiento revolotea por mi cabeza durante gran parte del viaje, es imposible librarse de él hasta llegar a destino. Es entonces, cuando te das cuenta de que realmente también aprecias cada una de las cosas que te encuentras a tu paso dándote de nuevo la bienvenida, cuando eres consciente de la suerte que tienes por poder vivir dos vidas en un instante, cuando más aprendes a valorar todo lo que realmente tienes: tanto lo que se ha quedado a la espera, como todo lo que sale a recibirte a tu llegada.

Ayer en particular, mi maleta podría haberse comparado con la chistera de un mago, parecía no tener fondo, lo mismo hubiera podido sacar de ella una paloma, que un ramo de flores, que un conejo, ¡os sorprenderíais!, hasta yo misma he llegado a asombrarme de su profundidad sin límites. Hay quien asegura que su vida cabe en una maleta, pero !la mía parece ser que no!; aunque, como digo siempre en estos casos, lo realmente imprescindible, nunca podría meterse en su interior... Hasta dentro de veinte días ya no vuelvo por allí, pero me he traído conmigo un buen álbum de fotografías mentales y una buena colección de recuerdos, y es que: ¡Da gusto viajar “ligerita” de equipaje, aunque me pesen otras muchas cosas!.


Poco más puedo contar, ayer llegué tarde del viaje y aún estoy peleándome con el cansancio que ha dejado en mí el intenso fin de semana; al menos, ya dejé aquí unas líneas para no perder las buenas costumbres. ¡Espero que vuestro lunes sea mucho más llevadero!.


13 octubre 2006

!Quiero más queso!

Olvidar y recordar son dos verbos muy caprichosos y llenos de preguntas sin respuesta; para quién piense lo contrario, lanzo una pregunta al aire: ¿por qué la mayoría de las veces no conseguimos olvidar aquello que no querríamos tener que recordar; y sin embargo, otras muchas veces, no conseguimos recordar todo lo que debiéramos por haberlo aprendido?, ¿quién lleva las riendas de nuestro cerebro para que él camine siempre por libre independientemente de las ordenes que nosotros le enviemos?, ¿cómo definiríais el comportamiento de ese pequeño ratoncito que aparece en esta imagen?, ¿por qué a veces se empeña en llevarnos a la deriva y otras nos conduce directos al lugar más indicado?.

En mi opinión, sin lugar a dudas, este pequeño roedor debe estar muy familiarizado con la universal ley del mínimo esfuerzo, en este caso también llamada rutina mental; ya que, parece ser que se mueva más siguiendo la ley de la inercia que las reglas de la lógica… Da la sensación de que, tanto en las situaciones conflictivas como en las más manejables, tenemos siempre un modo de actuar ya inculcado y definido por defecto. Solamente cuando nos “esforzamos” en enseñar al ratón un trozo de queso para llamar su atención hacia otro sentido, es cuando conseguimos realmente que éste cambie de rumbo, deje de girar en su rueda particular y siga un nuevo itinerario llevándonos a nosotros tras de sí.

Conclusión: Si de verdad queréis ganar la batalla del autocontrol, olvidaros para siempre de los libros de autoayuda y hacerme caso… Seguir el consejo que me confió en secreto un buen día un viejo monje budista: Bajar al supermercado más cercano, comprar un buen trozo del queso más oloroso que tengan; y desde ese momento, la orientación de vuestra vida seguirá el sentido correcto, porque de repente: ¡habréis conseguido convertiros en vuestros propios guías!.


Bueno, por fín viernes, así que a aprovechar el tiempo antes de que se escape corriendo el fin de semana... Jazmín, ten cuidado con tu lindo "gatito" no vaya a ser que me quede sin ratón... !Nos vemos el lúnes!.

12 octubre 2006

Inocente, ¿inocente?

Hay quien asegura que los niños no mienten nunca a causa de su inocencia, hay quien se empeña en contradecirlo diciendo que más inocentes son los adultos que piensan que eso pueda ser verdad. Si yo tuviera que posicionarme ahora mismo en uno de los dos lados, modestamente, ¡no sabría hacerlo!... De todos modos, a ver en qué termina este “inocente” post, igual llego a alguna “moraleja”…

Si tan sólo escuchara el susurro tentador de ese “demonio” que aparece siempre de repente en nuestro hombro derecho, probablemente, acabaría dándole la razón en algo: “Los niños están capacitados para mentir; es cierto que ellos no lo ven con la maldad que encierra la mentira de un adulto, pero si se valen de ello como estrategia para obtener aquello que se quiere conseguir a toda costa o para evitar un posible castigo. Son unos verdaderos expertos a la hora de hacer de la mentira un arte, acomodando sus diferentes versiones según su conveniencia; tanto es así, que si no eres capaz de desarrollar una especie de halo de santidad a tu alrededor, o le robas toda su calma y paciencia al mismísimo Dalai Lama, te pueden hacer llegar fácilmente a la más temida locura”.

Pero, afortunadamente, ese “angelito” que reside siempre en mi hombro izquierdo, entra en acción a tiempo diciéndome alto y claro: “Los niños no mienten, si acaso sólo fantasean, gritan la verdad con sus ojitos o su sonrisa. Siempre saben dar abrazos sinceros aunque te llenen de besos pegajosos, nunca los verás venir hacia ti tan sólo por cortesía o diplomacia; con total espontaneidad, deciden libremente si se acercan a ti o esquivan tu compañía... Son capaces de hacerte sonrojar, tanto con un sencillo cumplido que no pretendía serlo, como con un comentario inoportuno, natural e ingenuo. Digan lo que digan, estas personitas tienen el don de recordarnos aquello que ya perdimos y que en su día también fuimos”.

Pues… ¡sigo en las mismas!, ¿a cual de los dos doy la razón?... Por lo que a mí respecta, la única verdad que yo reconozco es que los niños son como esponjas absorbiendo tanto lo bueno como lo malo. Después, repiten lo aprendido de forma inconsciente hasta que todo a su alrededor los domestica, los pule, los educa, los “civiliza”; y entonces, cuando empiezan a ser conscientes del poder que realmente tienen entre los adultos, es cuando comienzan a dejar de ser realmente niños... ¿No sé?, espero que podáis ayudarme a decidir...

11 octubre 2006

Abriendo puertas

A estas horas de la noche, después de haber decidido dejar ya para mañana lo que no ha dado tiempo para poder hacer hoy, es cuando “ingenuamente” el tiempo parece pasar más despacio. Mientras en la calle tan sólo se escucha el ir y venir de algún coche; sentada en el cómodo sofá de casa, mis pensamientos vienen y van con impaciencia, se aprovechan de la tranquilidad del momento para pasearse por mi cabeza sin miedo a que yo les vaya a negar la oportunidad de ser escuchados. Es precisamente a estas horas, cuando más me gusta pasarme por aquí a teclear un poco mientras escucho algo de música. Hoy, antes de hacerlo, se me antojó leer el periódico para ver que se “cocía” por el mundo... ¡Gran error!... ¿Quién me mandaría a mí hacer algo semejante?... Es complicado dejar volar libremente a la imaginación después de una buena dosis de cruda realidad; pero, en fin, ¡por intentarlo que no quede!...

A veces pienso que el mundo, tal y como lo hemos cimentado, no es más que una extraña caricatura desdibujada de lo que nos hubiera gustado que fuera. Hoy por hoy, parece que sólo se alimente de un gran montón de proyectos frustrados, que sea un eterno intento de cambiar a mejor algo dominado ya por la inercia. Según parece, nuestra trayectoria en la vida ha de seguir siempre una marcada línea recta; de lo contrario, siguiendo un círculo, una espiral, un cuadrado… ¡hay por ahí quien asegura que no avanzamos!.

Es difícil incluso pensar lo que sería vivir en un mundo ideal, cada vez cuesta más imaginarlo… Hoy haré el ejercicio mental de “desvariar” un poquito; a fin de cuentas, es de las pocas cosas que aún son gratis y me apetece hacerlo, ¿qué tal se me dará el intento?... Me descubro ante un mundo lleno de personas implicadas en el que pareciera no existir la palabra imposible, en el cual se respetaran siempre nuestras libertades y no existieran barreras infranqueables, donde todos estuviéramos llenos de buenas intenciones y nos pudiéramos permitir el lujo de llegar a hacer realidad sin grandes obstáculos nuestras ilusiones. En él, nadie decidiría por nosotros dejando de lado nuestra voluntad, si algo no nos apeteciera hacerlo, sencillamente, ¡no lo haríamos!… En mi “mundo”, no existirían puertas ni relojes, ellas siempre estarían abiertas a la esperanza y ellos no marcarían tanto el compás de nuestros mejores momentos… Podría seguir imaginando, por pedir que no quede, pero no me queda más remedio que despertarme ya de mi sueño para irme a dormir un poco, ¿quién sabe?, igual después de dormida aún sigo soñando.

10 octubre 2006

Un rayo de sol, oh oh oh...

Si hay algo tan variable como el tiempo atmosférico, es el estado de ánimo de las personas. Hay días, en los que sin saber muy bien por qué, nos ilumina el buen humor como si el sol sólo tuviera ojos para nosotros. Otros, son lo más parecido a estar en medio de una niebla espesa, nos levantamos ya de buena mañana como si no fuéramos capaces de ver más allá de nuestras narices; y otros, sin venir a cuento, basta un leve contratiempo para que amenace tormenta y nos pongamos de uñas, de malas pulgas, hechos una fiera, nos tiremos de los pelos, echemos chispas, tengamos más púas que un puerco espín, o seamos suaves como cardos... Hay muchas maneras de decirlo, cada lugar tiene su propio argot para definir una misma cosa; pero, se llámese como se le llame, lo importante es que seamos capaces de llamarle la atención de vez en cuando a nuestro comportamiento, para adueñarnos así de nuestro humor y no dejarnos manipular según su antojo.

Aplicando la lógica “aplastante”, hay dos tipos de cosas por las que nunca deberíamos enfadarnos: por las que tienen remedio y por las que no lo tienen. Con todo aquello que tiene arreglo, en lugar de malgastar nuestra energía inútilmente con un enfado, ¿por qué no hacer buen uso de la misma tratando de encontrar lo antes posible una solución?; y si no hay una salida, más vale no discutir ya que no está en nuestras manos cambiar lo inevitable. Aunque, del dicho al hecho hay un trecho, ¿cómo hacerlo?, quien tenga el truco que lo patente y después lo cuente…

Algunos piensan que dar una buena “coz” a tiempo siempre es mucho mejor que ir cargándose de una tensión reprimida que no trae consigo nada bueno, quizás no se den cuenta que acumular pequeñas lesiones superficiales es siempre el primer paso para crear una herida mayor que cueste de cicatrizar. Otros, entre los cuales afortunada o desafortunadamente me encuentro, somos más de guardar durante la tempestad un silencio rotundo. Cada uno tiene su propio “modus operandi” por llamarlo de alguna manera; pero hay algo en lo que todos coincidimos. Después de la tormenta, muchos de los sólidos argumentos a los que nos agarrábamos con fuerza durante nuestro enfado, tienden a desvanecerse hasta el punto de hacernos sentir ridículos rememorando ciertas escenas de nuestra película personal. No estaría nada mal que alguien nos pudiera grabar en video para así poder contemplarnos unos días, o tal vez unas horas, después de nuestro “momento nubarrón”. Sería una forma bastante efectiva de aprender de nuestros propios errores. En todo caso, a falta de una buena cámara siempre nos quedará la empatía, quien tenga el gusto de conocerla… ¡que la cuide y haga buen uso de ella... yo siempre lo intento!.

09 octubre 2006

Verde que te quiero verde

Verde que te quiero verde, ¡sí, pero natural!. Lástima que no piense lo mismo el Presidente de mi Comunidad de Vecinos… ¿Cuántas cosas antiestéticas e inservibles nos regalan al cabo de nuestra vida y nos vemos obligados encima a tener que hacerles las alegrías como si de ello dependiera el futuro de la humanidad?... Sin ir más lejos, me es muy difícil de olvidar aquel "metro y medio" de jarrón chino que le regalaron una vez a una de mis amigas como regalo de bodas, aquello era de todo menos armonioso y discreto; aunque, ya se sabe que a grandes problemas, grandes soluciones… Lo primero que ella hizo fue ponerlo en el lugar más “estratégico” de su casa, pero no precisamente por ser el más perceptible a la vista, sino por ser el rincón preferido de su entonces sobrino de cuatro años... Sólo fue cuestión de esperar a que llegara la Navidad y a él le trajeran los Reyes un buen balón para que hiciera sus primeros pinitos practicando el deporte nacional. !Para que luego digan que no funciona eso del cálculo de probabilidades!.

Pero volviendo al tema, ¿qué se puede hacer cuando una todavía no tiene sobrinos y cuando el "objeto en cuestión" se encuentra fuera de nuestro ámbito posible de maniobras?. Para no darle más vueltas, estoy hablando de la nueva adquisición de mi finca, cada vez que entro al portal ahí la veo, en el lugar más visible de todos, cada día, a cada hora, ahí está ella, bien quietecita y sin poder echar a correr aunque más de uno la miremos con malos ojos... ¿De qué todo a un euro salió?, ¿en qué estarían pensando cuando la compraron sin pedirle opinión a nadie?, ¿por qué la plantaron en el lugar más llamativo de todos?, ¿acaso ella no es ya de por sí suficientemente llamativa?... ¿Quién sabe?, ¿igual no quisieron ponerla "menos fea" para evitar que algún espabilado se la acabara llevando para el salón de su casa?. Demasiadas preguntas sin respuesta...

Mi primera impresión cuando la vi de lejos fue decir con cara de sorpresa, ¿eso tan dañino a la vista es una especie de simulacro de planta, verdad?. Pero, la coloración verde fluorescente del envés de sus hojas no dejaba lugar a dudas, o era el producto de una especie de mutación provocada por una extraña fuente radioactiva, o esa planta !era más falsa que una moneda de tres euros!. El caso es que, después de dos o tres meses desde áquel “fatídico” día, yo sigo forzada a tener que convivir con ella, trato de asumirlo pero sin ningún resultado, ¡sigo sin mentalizarme!.

Lo confieso, esa llamémosle “planta” despierta mis más bajos instintos; me da por preguntarme: ¿y si de vez en cuando, así como quien no quiere la cosa, voy arrancando una hojita de aquí y una de allá hasta hacerla desaparecer por completo?... ji ji ji ji… Lástima que la vocecita de mi conciencia no me lo permita, porque reconozco que ¡podría vivir perfectamente sin ella!. Podéis llamarme exagerada por esto; pero, lo advierto, si alguien se despierta sonámbula a media noche y al día siguiente la planta ya no está ahí, ¡seguro que yo no recuerdo nada!... Mi última idea absurda fue tratar de sobornar a una amiga para que cometiera el acto vandálico por mí, lo tenía ya todo previsto, por un módico precio, ella llegaría una noche con su coche, la cargaría en el coche, y… ¡lo demás ya correría de su cuenta!... Seguro que ella era muy capaz de "atinar" a la primera en el contenedor del plástico; después de todo, ¿no dicen que eso de reciclar es un acto beneficioso para el medio ambiente?. Yo no sé si para el medio ambiente sería beneficioso, pero para mi entorno más cercano, pues… ¡en fin, que se admiten sugerencias, es por una noble causa!, cuestión de salud mental, o me meriendo pronto a esta planta, o… ¡esta planta acabará comiéndose irremediablemente mi santa paciencia!. !Ver para creer!. Si la vierais lo entenderíais...

06 octubre 2006

Sueños cumplidos

Hace poco, un día como cualquier otro, se me antojó escribir algo sobre los sueños incumplidos; después de hacerlo, fuiste tú quien muy inteligentemente me comentó:

“Los sueños incumplidos son el motor que nos hace avanzar e impide que nos estanquemos, pero los sueños cumplidos son el combustible que hace que este motor funcione. Tan importante son los unos como los otros, pero.... ¿por qué solemos dar más importancia a aquello que no tenemos que a lo que tenemos?. Sin duda, forma parte de nuestro espíritu humano, pero yo quiero decir alto y claro a estos pobres y generalmente olvidados sueños cumplidos que me acuerdo cada día que pasa de ellos, y les agradezco las fuerzas que me dan para llegar a sus hermanos más escurridizos”.

Triste pero cierto, mientras uno se empeña por preocuparse por todo aquello que aún tiene pendiente de conseguir, parece ser que tiende a olvidarse momentáneamente todo lo que ya ha conquistado. Viene a ser como si lo sueños cumplidos fueran perdiendo valor con el tiempo; mientras que los incumplidos, por el contrario, tendieran a revalorizarse minuto a minuto ante nuestros ojos. No soy una persona dada a los refranes, pero hay uno en especial que vendría ahora mismo muy al caso: “no sabemos lo que tenemos hasta que lo perdemos”. En ocasiones, es bien cierto, hasta que no se pierden las cosas, desgraciadamente, no se valoran. Aunque, sólo en ciertas ocasiones; porque al menos, en mi caso, no me hace falta ir a la caza del tesoro, ¡el tesoro ya lo tengo en casa!.

Hay quien se pasa la vida queriendo alcanzar la luna sin darse cuenta de que quizás ya esté subido a ella, ¿es necesario conocer previamente el desamor para aprender lo que es amar en su amplio significado?. Puede que sí, o igual no; en todo caso, hoy por hoy yo sólo puedo decir una cosa al respecto: Aunque igual poca gente lo comprenda, cuatro años de sueños compartidos son mi mayor sueño cumplido. Espero ir sumando sueños, pero siempre a tu lado... ¡Feliz cumpleaños!; y, cumplidos o no, !Felices Sueños!.


Per molts anys carinyining. Ara ets un any més gran, encara que tu ja ets "gran" en el millor de tots els sentits. Hui és el teu aniversari, però... !tu ets el millor dels regals!... Y ahora sí, !hasta el lúnes!, !buen fin de semana a todos!.

05 octubre 2006

!Ahí me han dado!

Estoy algo desvelada y necesito un buen café para irme a dormir… ¡No, no me miréis raro!, ya sé que en condiciones normales el café no es un buen inductor del sueño, sino más bien todo lo contrario; pero es que, aunque no deje de ser una contradicción, lo he de reconocer: Tratándose de “él,” me dejo llevar siempre por la debilidad y nunca me veo capaz de decir ¡NO!... Cuando se pasea por delante de mí, con ese perfume tan tentador, no puedo evitar caer irremediablemente rendida a sus pies; aunque, al menos por esta noche, ¡estoy decidida a dejarlo plantado!... Espero que entienda que es por pura necesidad, me hace falta con mucha más urgencia una noche de sueño reparador y no estoy dispuesta a que interfiera para nada en mi sano propósito de conseguirlo.

Entre unas cosas y otras, no sé que me pasa últimamente los jueves que al final del día no me queda ya ni siquiera tiempo para hacerme preguntas. Así, difícilmente puede salir de mi cabeza algo que valga la pena escribir; más aún a estas horas, en las que hasta la Sra. Inspiración se ha ido ya a guiñarle el ojo a Morfeo, ¡ella si que sabe cómo aprovechar bien su tiempo!. Reconozco que me vendría bien ese café para recuperar de nuevo la atención de esta señora, sin ella no soy capaz de teclear nada con sentido; en casos como este, me doy cuenta de que es cuando más lo echo de menos, él siempre es un buen cebo para atraer a mi concentración, ¿puede haber algo mejor para dejar fluir los pensamientos que tener una aromática taza de café al lado?. Para qué negarlo, él siempre ha sido mi compañero en los buenos y en los malos momentos, siempre está presente en mis momentos de reflexión, es justo reconocerlo.

Se me ocurre una pregunta que haceros, ¿cuál es vuestro vicio confesable?; el mío, ya lo habréis descubierto, quitarme a mí mi cafetito de las manos es como pretender arrancarle el calzón rojo a Superman: ¡IM-PO-SI-BLE!... Lo más curioso, es que lo que más me gusta de él no es precisamente su sabor, sino su olor a recién molido... ¡Para sabor adictivo el del chocolate!, otro de mis grandes compañeros de viaje, único para levantar el ánimo e inigualable ayudando a reponer energías en los momentos de bajón; pero ya hablaré de él en otra ocasión, la cocina está de camino a la habitación y ese si que no me quita el sueño, prefiero no tentar más a la suerte.

!Hasta mañana!

04 octubre 2006

Una mirada, un mundo

Nadie duda del poder de la palabra, pero ¿qué hay del poder de una mirada?... Hay miradas capaces de hablarnos con sonidos inaudibles; sin embargo, en ocasiones no hay palabras suficientes para llegar a expresar fielmente toda la profundidad de una mirada.

Me gusta jugar a adivinar qué se esconde tras una simple mirada: Me conquistan las miradas vivas, trasparentes, cómplices. Me inquietan las miradas exploradoras que me obligan a salir forzosamente de mi armonioso y discreto anonimato Me reconfortan las miradas tiernas, cálidas y sinceras al igual que me desconcierta una mirada perdida. Me irritan las miradas envidiosas, tanto como me fascinan las miradas atentas que acompañan a las palabras siempre con un brillo intenso en los ojos. La mirada, puestos a abusar de su magia, puede llegar a persuadir, enternecer, disuadir, amenazar, cautivar, cuestionar. Por sí misma, es capaz de enmarcar mejor que nada, ni nadie, todo un mundo de emociones.

Siempre he pensado que las personas tendemos siempre a quedarnos en la superficie de todo aquello que nos rodea, ¿por qué no adentrarse a descubrir por una vez todo su interior?; en ocasiones, es mucho más sencillo de lo que podemos imaginar, basta con querer mirar más allá de un par de ojos bonitos, siempre que esos ojos no te engañen, hay todo un mundo por descubrir... Juega a ser intérprete de intenciones, tienes mucho que ganar y bien poco que perder en esta partida, tan sólo hay que ser buen observador.

03 octubre 2006

!Me siento rara, pero me gusta!

Lo reconozco, ahora mismo me siento como si acabara de ir a la peluquería a cortarme las puntas para darle forma a mi melena y hubiera salido completamente tintada de pelirroja. No me acabo de hacer todavía a la idea de mi nuevo aspecto. Sólo se me ocurre decir que yo soy de esas que, ante la sola idea de un posible cambio de imagen, se acaban atrincherando en la butaca del peluquero más creativo para resistir así mejor sus embistes con la tijera hasta provocarle la desesperación. La cosa me viene de lejos, he de confesar que ya a mis siete años acabé por obligar a mis padres a regalarme una bicicleta a cambio de dejar que me cortaran la coleta como a los toreros. Que se le va a hacer, ¡cada uno es como es y a mi me gusta lo natural!... Aunque, en lo que a este blog se refiere, los cambios se han sucedido mucho más deprisa de lo que esperaba…

Es una sensación extraña, todo empezó en Julio de este año, "un poco por capricho y un poco por casualidad", que es como realmente suelen salir siempre mejor las cosas. Nunca pensé que este "rinconcito” acabaría siendo como mi pequeño refugio, ese lugar donde sé que puedo permitir la libre existencia a mis pensamientos, donde puedo evitar que mis ideas menos trascendentes acaben desvaneciéndose del todo pasando a formar parte de la nada. A veces, hasta me resulta curioso releer algunas de las cosas que he escrito con anterioridad, pasadas varias semanas incluso me cuesta reconocerme en mis textos. Aunque, siempre hay un denominador común: me resulta muy agradable pensar que ahora tengo un espacio que considero mío aunque esté encantada de compartirlo con todos vosotros.

Sin apenas darme cuenta, he ido viéndolo crecer sin ni siquiera imaginarme que acabaría convirtiéndose en algo “especial” para mí; por eso, me ha dado el antojo de “redecorarlo” un poco... No sé qué tal me sentará este cambio de imagen. Me siento rara, pero creo que me gusta. Bueno, de momento sólo lo creo, aún me cuesta un poco abrir mi página y ver aparecer en ella una nueva cabecera a la que no estoy acostumbrada. A ratos, hasta me da por pensar que quizás al personalizarlo me ha quedado un poco más "infantil" de la cuenta; pero, en cualquier caso, por ahora me quedo con estos pelos, de aquí a unos días ya veremos lo que pasa... A fin de cuentas, ¡siempre puedo mejorar y seguir probando nuevos tintes!... ¿verdad?.


Gracias a Carquinyol por su apoyo técnico; sin su ayuda, probablemente ahora mismo me sentiría como Pepe Villuelas, enfrentándome sóla ante el peligro de manipular la plantilla de este blog y tratando de no morir de un ataque de nervios en el intento... !Eres un sol!.


02 octubre 2006

¿Egoísta yo?

Hay quien asegura que la tristeza profunda lleva siempre consigo una clara conducta de egoísmo de transitorio. Mientras te encuentras de paseo por tu infierno personal, todo se reduce a un yo, yo, yo y nada más que yo. Esa otra persona egocéntrica en la que sin quererlo te conviertes, toma sin darte tú apenas cuenta las riendas de tu vida para dictarte órdenes no muy recomendables; ya que, finiquitar tu estado de malestar, significaría para ella dejar por el momento de existir. Es por eso que tan sólo te permite llorar en silencio hasta ahogarte en tu pena, lastimar al presente, escuchar el eco de las voces de tus recuerdos; cualquier cosa, con tal de mantener el mayor tiempo posible en letargo tu verdadera identidad. Lo peor, es que esa falsa personalidad te anula hasta el punto de hacerte disfrutar de tu estado de autocompasión; de pronto, nubla todo a tu alrededor, impidiéndote ver incluso la preocupación de tu entorno más cercano.

Así de simple es deprimirse, así de fácil es bajar la mirada para hacerle el vacío a todo aquel que te rodea y se angustia por ti. De pronto, sin ser consciente de lo equivocado de tu actitud, te vuelves egoísta por no saber valorar todo lo que si tienes alrededor tuyo y todo aquello que aún está en tu mano poder conseguir. ¿De verdad crees que merece la pena dejar que tu lado más negativo se apodere de ti?, ¿vale la pena que tu inconsciente haga pagar, a quien menos lo merece, por algo de lo que no se tiene tiene culpa alguna?... !Dichosos efectos colaterales!... Reflexiona las cosas más detenidamente, deprimirse no es útil, pon freno a ese egoísmo transitorio, plantéate tu situación fríamente, no te encierres en tu pequeño recinto aislado del mundo para lamentar un futuro que ya no está. Ahora que todo ha cambiado, ¿quién dice que lo que está por venir no pueda llegar a ser incluso mejor de lo que te esperaba?. ¡No te prohíbas a ti mismo el mañana!. Deja volar ya de una vez tus sentimientos, reúne la energía suficiente para encontrar una nueva motivación, enciende tu alma aferrándote a ella con todas tus fuerzas, ilumina tu vida y la de todo aquel que se sienta próximo a ti. Es cierto que todos necesitamos una ilusión para no quedarnos atascados en el camino; pero, mientras permanecemos a oscuras, nos será del todo imposible reconocerla aunque nos la pongan al alcance de nuestra mano. ¡Ya está bien de apagones!.

Al menos, me consuela pensar que ese “okupa” tiene los días contados. En el momento más inesperado, la vida empezará de nuevo a hacerte cosquillas; y entonces, volverá a ese lugar de donde nunca debió haber salido. Si alguna vez llegara a leer esto, espero que se de por aludido.

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