04 octubre 2007

Cuestión de suerte

Según parece vivimos en la era de la comunicación, una época en la que el libre acceso a la información en Internet ha hecho posible que aquella famosa frase “el saber no ocupa lugar” cobre más sentido si cabe todavía. Ya no es necesario perderse entre las páginas de una arrinconada y polvorienta enciclopedia. Como por arte de magia, lo más difícil se vuelve lo más sencillo. Tan fácil como teclear un término de búsqueda y hacer un simple “clic” para adueñarnos de aquella respuesta que aparentaba ser inaccesible. Adivina, adivinanza: ¿qué tienen en común Buster Keaton, el calendario gregoriano, Rembrandt y el satélite Sputnik?... ¡Pues que va a ser!, ¡tan sólo una fecha!, ¡el 4 de octubre!, ¡para algo tenemos la wikipedia!... Lástima que la vida en sí misma sea toda ella una inmensa contradicción, ¿o acaso no resulta contradictorio que las preguntas más sencillas sean también las que se suelen quedar siempre sin una clara respuesta?.

Aunque pueda sonar absurdo: En un árbol hay siete perdices, llega un cazador y mata dos ¿cuántas perdices quedan en el árbol?... Ninguna, las demás han huido debido al disparo… ¿Qué da una vaca flaca?... ¡Lástima!... Una oca y un perro nacen a la vez, al cabo de un año ¿quién será mayor?... ¡La oca, por supuesto, porque tendrá un año y pico!... Pero, ahora en serio: ¿Cuántos años puede llegar a vivir un pato?... Supongo que tantos como tiempo se tarde en querer meterlo en la cazuela… En el fondo, es como todo, tan sólo cuestión de suerte… Suerte, que palabra tan extraña, hay quienes incluso se atreven a dudar de su existencia asegurando que es tan sólo el resultado de un esfuerzo diario; aunque, ¿a eso no se le llama más bien recoger los frutos?. La suerte es otra cosa, algo impredecible, esquivo y caprichoso. Algo que llega de repente de la misma forma en que se va, algo con lo que nos tropezamos cuando menos lo esperamos y que juega con nosotros al despiste si tratamos de salir a su encuentro.

Conozco, mejor dicho, conocía un pato con suerte. Su fortuna pintaba tan negra como esas plumas que moteaban graciosamente sus alas blancas; cuando, de repente una visita inesperada en el momento más oportuno, cambió de forma drástica el rumbo de su destino. Cuentan que el siete es el número de la suerte, tras su indulto, siete fueron precisamente los años que vivió feliz en su jaula de oro; aunque, el futuro siempre es incierto, una mudanza de 1100 kilómetros amenazaba de nuevo su existencia, ¿quién es el guapo que quiere un pato al que ya no se le puede hincar el diente?, ¡cuestión de buena suerte!, otra vez su buena estrella le sonreía, ya lo imaginábamos todos viajando sin maleta hacia tierras extremeñas; después de todo, el pato ya era como parte de la familia. Sin embargo, por algo dicen que la suerte cambia del mismo modo que cambian los vientos, lo que en siete años no pudieron las circunstancias, lo pudo un visón huido de una granja en apenas media hora. ¡Vamos!, ¡que el pato pasó a mejor vida!, ¿cuestión de mala suerte?... A la hora de la verdad, para bien o para mal, la suerte existe, incluso para aquellos que no han tenido aún la suerte de conocerla; es curioso, hasta quienes dudan de su existencia suelen echarla de menos de vez en cuando.


Cuentan que el mejor cebo para atraer a la suerte es pensar siempre de forma positiva... ¿Será eso cierto?... ¡ni idea!... Algunos igual preferirían guardar en el cajón una pata de conejo, un treból de cuatro hojas, una herradura; en cualquier caso, nada mejor que la música para sacarnos de vez en cuando una sonrisa, ¿acaso hay mejor imán que tenerla pintada en la cara el mayor tiempo posible?. !Por mi parte que no quede!.




eXTReMe Tracker