Verde que te quiero verde, ¡sí, pero natural!. Lástima que no piense lo mismo el Presidente de mi Comunidad de Vecinos… ¿Cuántas cosas antiestéticas e inservibles nos regalan al cabo de nuestra vida y nos vemos obligados encima a tener que hacerles las alegrías como si de ello dependiera el futuro de la humanidad?... Sin ir más lejos, me es muy difícil de olvidar aquel "metro y medio" de jarrón chino que le regalaron una vez a una de mis amigas como regalo de bodas, aquello era de todo menos armonioso y discreto; aunque, ya se sabe que a grandes problemas, grandes soluciones… Lo primero que ella hizo fue ponerlo en el lugar más “estratégico” de su casa, pero no precisamente por ser el más perceptible a la vista, sino por ser el rincón preferido de su entonces sobrino de cuatro años... Sólo fue cuestión de esperar a que llegara la Navidad y a él le trajeran los Reyes un buen balón para que hiciera sus primeros pinitos practicando el deporte nacional. !Para que luego digan que no funciona eso del cálculo de probabilidades!.
Pero volviendo al tema, ¿qué se puede hacer cuando una todavía no tiene sobrinos y cuando el "objeto en cuestión" se encuentra fuera de nuestro ámbito posible de maniobras?. Para no darle más vueltas, estoy hablando de la nueva adquisición de mi finca, cada vez que entro al portal ahí la veo, en el lugar más visible de todos, cada día, a cada hora, ahí está ella, bien quietecita y sin poder echar a correr aunque más de uno la miremos con malos ojos... ¿De qué todo a un euro salió?, ¿en qué estarían pensando cuando la compraron sin pedirle opinión a nadie?, ¿por qué la plantaron en el lugar más llamativo de todos?, ¿acaso ella no es ya de por sí suficientemente llamativa?... ¿Quién sabe?, ¿igual no quisieron ponerla "menos fea" para evitar que algún espabilado se la acabara llevando para el salón de su casa?. Demasiadas preguntas sin respuesta...
Mi primera impresión cuando la vi de lejos fue decir con cara de sorpresa, ¿eso tan dañino a la vista es una especie de simulacro de planta, verdad?. Pero, la coloración verde fluorescente del envés de sus hojas no dejaba lugar a dudas, o era el producto de una especie de mutación provocada por una extraña fuente radioactiva, o esa planta !era más falsa que una moneda de tres euros!. El caso es que, después de dos o tres meses desde áquel “fatídico” día, yo sigo forzada a tener que convivir con ella, trato de asumirlo pero sin ningún resultado, ¡sigo sin mentalizarme!.
Lo confieso, esa llamémosle “planta” despierta mis más bajos instintos; me da por preguntarme: ¿y si de vez en cuando, así como quien no quiere la cosa, voy arrancando una hojita de aquí y una de allá hasta hacerla desaparecer por completo?... ji ji ji ji… Lástima que la vocecita de mi conciencia no me lo permita, porque reconozco que ¡podría vivir perfectamente sin ella!. Podéis llamarme exagerada por esto; pero, lo advierto, si alguien se despierta sonámbula a media noche y al día siguiente la planta ya no está ahí, ¡seguro que yo no recuerdo nada!... Mi última idea absurda fue tratar de sobornar a una amiga para que cometiera el acto vandálico por mí, lo tenía ya todo previsto, por un módico precio, ella llegaría una noche con su coche, la cargaría en el coche, y… ¡lo demás ya correría de su cuenta!... Seguro que ella era muy capaz de "atinar" a la primera en el contenedor del plástico; después de todo, ¿no dicen que eso de reciclar es un acto beneficioso para el medio ambiente?. Yo no sé si para el medio ambiente sería beneficioso, pero para mi entorno más cercano, pues… ¡en fin, que se admiten sugerencias, es por una noble causa!, cuestión de salud mental, o me meriendo pronto a esta planta, o… ¡esta planta acabará comiéndose irremediablemente mi santa paciencia!. !Ver para creer!. Si la vierais lo entenderíais...