04 septiembre 2007

No es tiempo de golondrinas

Llega Septiembre y con él todo parece echar de nuevo a andar. Al igual que hacen ellas, ahora me toca a mi también empezar con las acrobacias y encarar con el mejor ritmo posible el camino de regreso a la rutina. Hay que reconocerlo, hacer acrobacias es más su especialidad que la mía, cualquier ojo sensible sucumbe rápidamente a su elegante revoloteo repleto de curvas angulosas, a ese vuelo rasante que les permite saciar su sed sobre amplios espejos de agua. Tienen el don de cautivar nuestra mirada sin apenas despeinarse, sin que sus plumas se arremolinen ni tan siquiera un “pelín”; después de todo, ¿quizás no sea tan difícil volver a encarar la vuelta?... Es así de sencillo, cuando su despertador biológico les advierte que el otoño se acerca sigiloso, incrementan su compás alimentario durante algunos días, atraviesan por un período de inquietud que reaviva y desoxida sus mecanismos; y, finalmente, levantan el vuelo para continuar con su ciclo... Puede que todo consista solamente en eso, quizás sólo me haga falta un buen chute de vitaminas y un poco más de actividad extra para volver a calentar motores.

La migración de las golondrinas a África suele producirse en Septiembre indicando el final del verano. Casualidad, o no, este año el verano a mí también se me escapó volando; aunque, por más molestias que se tome el calendario en tratar de estirarlo aún un par de semanas más, lo cierto es que ya apenas quedan colgando carteles de “cerrado por vacaciones”, supongo que es buena hora también de comenzar a descolgar los míos... Con síndrome post-vacacional, o sin él, toca volver a apretar mi botón de “pause” y esperar a que mis casillas de tiempo se vayan ocupando poco a poco con todas aquellas actividades dejadas en suspenso un mes atrás; entre ellas, este pequeño rincón donde se pasean mis pensamientos... Sólo me queda ya volver a remontar el vuelo, volver a acostumbrarme de nuevo a la costumbre.


Imagino que Septiembre no viajará de vacío y traerá pequeños soplos de aire fresco a eso que llamamos “¿normalidad?”… Hasta entonces, !la música siempre hace más corta la espera!.




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